martes, 6 de diciembre de 2011

Asalto al poder

El presidente del Partido Popular de Andalucía, Javier Arenas, anda ultimando estos días el asalto al poder. Tras los comicios autonómicos del mes del mayo en los que el PP conquistó todas las comunidades autónomas en las que se celebraron elecciones y después de las legislativas del pasado 20N en las que Mariano Rajoy obtuvo una holgadísima mayoría absoluta, los populares ostentan ahora prácticamente todo el poder de este país. A esto hay que añadir la mayoría de ayuntamientos (al menos los más importantes desde el punto de vista cuantitativo) y, por extensión, las diputaciones provinciales y las mancomunidades de municipios, allá donde existan.
De esto se saca una conclusión más que evidente: ningún partido político ha tenido jamás en este país tanto y tan variado poder. En la práctica, esto quiere decir que hay ciudadanos que, en todos los niveles de gobierno (municipal, comarcal, provincial, autonómico y nacional), son gobernados por el Partido Popular.
Tras el 20N, las únicas comunidades autónomas que han quedado fuera de las garras del PP son Cataluña, el País Vasco y Andalucía. En las dos primeras, y a tenor de los resultados de noviembre, no parece que a corto plazo el PP esté en disposición de conseguirlo. Además existe un férreo componente ideológico que hunde sus raíces en el nacionalismo que no parece fácil de superar. Sin embargo, en Andalucía, todo apunta a que, tras las elecciones autonómicas que se celebrarán en la próxima primavera, Javier Arenas presidirá el gobierno de la Junta de Andalucía.
No hay ninguna duda de que el PP de Arenas y Rajoy va a poner toda la carne en el asador (de hecho ya lo están haciendo) para tratar de ganar en una comunidad que se les viene resistiendo desde tiempos inmemoriales. Después de varios intentos por parte del propio Arenas y algunos más con otros candidatos, ahora presienten que la victoria electoral está al alcance de la mano. Lo más gracioso del caso es que Javier Arenas va a ser presidente al cuarto intento y lo va a conseguir más por deméritos del adversario que por méritos propios. Exactamente como ha ocurrido con Mariano Rajoy. Algo de lo que los populares no deberían sentirse demasiado orgullosos. Mientras tanto, en Andalucía, mucha gente pensaba que el cortijo se derrumbaba y ahora se están dando cuenta de que no, de que lo único que pasa es que cambia de señorito.

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